Capítulo VIII. De cómo los bailarines me pueden poner francamente nervioso
Normalmente, cuando hay conflictos en un grupo por dinero, los que piden lo mismo que los demás tienen la razón. Después de todo, cada músico es importante, ¿o no? Todos sufren y padecen con las giras, todos tocan un instrumento, tienen que hacer lo mismo. Pero, por lo menos según yo, hay una excepción. ¿Recuerdan aquel miembro de Prodigy, un hombre cuya función en el grupo sólo consistía en bailar? Nada personal, pero si alguien como el pide el mismo dinero que los demás, no lo merecería. ¿Qué no sería prescindible un hombre que no hace más que bailar? En fin, quizás si bailara muy bien o si tuviera un encanto sexual irresistible o por lo menos si hiciera coros. Yo qué sé, algo más. Pero nada, sólo bailar.
Pensando en Prodigy, quizás era justificada su presencia. Después de todo, es un grupo que musicalmente non tiene mucho que dar de sí. Por lo menos que lo pasen bien. Pero, ¿y Happy Mondays? Sinceramente, no esperaba encontrar otro personaje como ése. Y ahí estaba Shamed Bez, arriba del escenario bailando, aplaudiendo y recorriendo de un lado al otro el espacio ante mi más sincero desconcierto. Es algo que nunca había visto en vivo por lo que no sabía muy bien cómo reaccionar. Tengo que aceptar que, a esas alturas, lo que menos se me antojaba era ponerme a bailar: la noche ya había sido larga y estaba lo suficientemente cansado como para agradecer unos minutos sentado. Sólo podía, desde mi cómodo asiento (léase suelo de concreto), ver como el dicho hombre perdía unos cuantos kilos en el caluroso Mediterráneo. Pero había un momento cuya llegada temía mucho: ¿y si algún músico empezaba a presentar a sus compañeros? ¿Que había que hacer? ¿La gente aplaudiría cuando nombraran a Shamed Bez? Yo no, francamente, pero aun así... Afortunadamente, ese momento no llegó. Pasaron los minutos, recuperé un poco de fuerzas y, antes de que terminara el concierto, continué con mi recorrido por el festival buscando un grupo que no me pusiera tan incómodo como esos Happy Mondays. Sí, genial el “Pills’n’Thrills and Bellyaches” de ya hace muchos años, pero prefería un grupo menos inquietante, no lo sé, quizás hasta relajante. ¿Y si bajaba del escenario a bailar entre la gente? No, no, mejor alejarse un poquito.
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