Sobrevivir en gallego
"Ahora se puede decir que vivimos en un país libre, en el que se puede hablar gallego o castellano", sentenció hace unos días, como ejemplo de las bienaventuranzas de la victoria de Feijóo, el presidente de la Diputación y del PP de Pontevedra, Rafael Louzán. Lo dijo en el castillo de Soutomaior, en el acto de despedida del veraneante ilustre que los conservadores hacen ahora a Rajoy como hacían antes a Fraga, hasta que se quedó. A Louzán se le podrá discutir cualquier cosa, excepto que conoce de sobra en qué mundo vive, así que lo que dijo hay que atribuírselo a un exceso de esa pasión tan gallega, rayana en la idolatría, de satisfacer al veraneante. Porque Louzán sabe perfectamente que el derecho a elegir idioma se conquistó con la derogación del régimen franquista, no con la del gobierno bipartito. Y también que una cosa es tener el derecho y otra ejercerlo.
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